los "trasgos"

 

OBJETOS PERDIDOS


Este pasado viernes, después de la analítica, fui a saludar a Natalia, la secretaria. Está embarazada.

 Observo que han cambiado de lugar la caja grande de plástico trasparente que dice: "Objetos Perdidos". Está colocada arriba de un armario, y dentro hay un paraguas y una bufanda. 

Me hizo gracia y no le di más importancia, pero mientras bajaba con el ascensor, recordé un caso que me pasó hace muchos años.

 

El último día de agosto, estaba con mi hijo en una pequeña plazoleta, esperando que abrieran la comisaría de la calle Santaló  ​​para renovar mi DNI, y observo que el niño está jugando con el sobre de una carta, en el suelo. Lo iba chutando de un lugar a otro, hasta que lo dejó tirado justo donde estaba yo. Voy a recoger el sobre para tirarlo a la papelera y enseñarle que no había de ensuciar la calle y que él tenía que hacer lo mismo que yo, poner los papeles en una papelera. Cuál sería mi sorpresa cuando veo que dentro del sobre había dinero.

 En aquel sobre había 5000 pesetas. Solo dinero, sin nombre ni dirección. Cuando abrieron la puerta de la comisaria, le pregunté al policía de la puerta:

 —¿En qué lugar puedo devolver esto? —y se lo enseño.

—¿Cómo?

—Le estoy preguntando qué en dónde puedo dejar este dinero, es para devolverlo.

 Me indicó que subiera al primer piso para entregarlo al comisario. Supongo que no se fio de mí, porque vi que venía detrás de mí. Subimos ambos en las oficinas del primer piso y entregué el dinero.

 El comisario, alucinado por la acción tan cívica, indicó que nos hicieran un papel de buena conducta a mi hijo y a mí, ¡y en seguida! (levantando la voz)

Bueno, perdone, pero no tenemos…ahora…(bajando la voz)

Pero le recomiendo que otra vez que encuentre algo no lo lleve a una comisaría, sino a objetos perdidos del Ayuntamiento, y que, al cabo de dos años, si no aparece el dueño, le será devuelto el objeto, o en este caso el dinero.

 Apuntó todos los números de la serie de los billetes y me dio un papel, un triste folio sin más, ninguna letra, nada. Bueno, sí, un garabato por firma, pero sello de la comisaría no.

 

 Siempre he sido honrado, pero en aquella ocasión pensé durante los dos años de espera que había hecho mal, no en devolverlo, sino en entregarlo sin recibir un justificante a cambio.  Se lo quedarán en la comisaría (solo unos números de la serie en un papel sin más, no es nada,) allí, o bien en Objetos Perdidos del Ayuntamiento. Pero que yo no los vería más, seguro.

 

Se lo cuento a mi hija, y me contesta por la pérdida, no por mi caso, ¡Ostras, mira tú!

 Hay quienes dicen que son los "trasgos" quienes los hacen desaparecer del bolsillo de una, lo dice el primo de nuestra madre, el de Gijón, aunque tal vez solo es que hay temporadas en que te dispersas de manera especial con las cosas materiales.

Ya sabes, las circunstancias, el tiempo... Yo qué sé, el caso es buscar un culpable para la distracción.

 Yo misma ya hace tres días que estoy buscando un zapato del verano pasado. Estoy a punto de desistir porque no me queda ningún rincón del piso donde mirar. Dada como soy a deshacerme de lo que no nos ponemos, seguramente habrá ido a parar en alguna bolsa de reciclaje, para donarlo. Podría estar en el mismo lugar que la camiseta de algodón azul del Marc, que no recuerdo haberla dado.

 — Pero hija, yo más que nada te cuento lo que me pasó a mí, al que ha perdido el dinero, no lo conozco...

 —Lo sé, pero no te preocupes ahora, si acaso, preocúpate a partir de los dos años.

 Papá, un día me explicó Humberto, el primo de Asturias, que los "trasgos" se llevan muchas de las culpas de las pérdidas del material casero y del dinero, y otros, a medias entre las creencias y la imaginación, son invocados cuando la búsqueda del bien que se vuelve una misión imposible.

 Santos, seres mitológicos (en Asturias los “trasgos” se llevan muchas de las culpas de los extravíos del material casero) y otros entes a medias entre las creencias y la imaginación, son invocados cuando la búsqueda de bien se vuelve una misión imposible.

 "Cinco euros a San Antonio si me aparece el abanico". 

"Al calvario subiste, el breviario perdiste, Jesucristo se lo halló y tres voces te dio ¡Antonio!, ¡Antonio!, ¡Antonio!, da tres pasos para atrás, y al niño Dios te encontrarás, y tres cosas le pedirás: que lo perdido sea encontrado, lo olvidado sea acordado y lo ausente que sea presente". 

"San Cucufato, San Cucufato, te ato los huevos al trapo, y hasta que no me encuentres (nombras el objeto perdido) no te los desato", son algunas de las letanías procedentes de la tradición, a las que nos agarramos como a un hierro ardiente ante la necesidad de localizar algo.

 —¡Vete a la porra, hija mía!

 —Venga, vámonos, os invito a un suculento café.

— De acuerdo, pero vuelvo enseguida que quiero pensar en todo esto.

  —¿Y escribirlo, también?

— ¡Sí sé, sí!...

 

 Pienso que igual que nuestras piezas de ropa, y estas otras pertenencias materiales, se pierden, si, si, se pierden…. Creo que muchas personas necesitamos perdernos de vez en cuando, aunque volvamos deprisa para no dejar nuestro calcetín desparejado en la lavadora o para regar el trébol de cuatro hojas que dicen trae suerte.  

 

Me viene a la memoria una frase sobre estas otras pequeñas cosas no contables que se pierden por no haber sabido protegerlas en el momento adecuado:

 ... ¿A dónde va el deseo de un abrazo si no llegas a darlo nunca?

Es verdad, ¿dónde están todas aquellas cosas que nos juramos un verano, cuanto teníamos quince años? -pienso entre mí....

 ¿A dónde va a parar lo que perdemos? Donde están los trocitos de sonrisas y afectos. Las complicidades. Las miradas sinceras. La inocencia. Los contactos fugaces.  La música romántica de aquella noche de verano en la playa…

Los "Te quiero" que tampoco dimos a tiempo. Las lágrimas que se secaron en el tarro de “Avi, tinc una pena” que guardamos en el armario

 

Quizás no hay un lugar físico donde encontrar todo esto, pero todo está en el país de las esperanzas, del que pasará mañana y él quizás, Sí…

 

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