Su apellido es Mengibar,

 Me encontré con él después de varios años. Yo la verdad es que no tenía demasiadas ganas de ir hasta aquel pueblo para ver una exposición de fotografías de los años 50 y 60. Al fin me vinieron a buscar para llevarme hasta allí. Por otra parte no podía dejar de ver a un viejo amigo. "Buffalo Bill”. No se llama de esta forma, nunca se ha llamado así. Su apellido es Mengibar, este si que es su apellido. Era un militante de base del PSUC. (Partido Socialista Unificado de Catalunya), y que solo dejaba de llevar la perilla, y el pelo largo, después de una detención. Podría escribir de él muchísimas cosas, pero solo comentaré algo que si nos fijamos bien no hace nadie. Por los años setenta me decía que no sabía que diablos tendría el poder, su erótica o lo que sea que aquí nadie deja un cargo de forma voluntaria. Estas palabras estaban dichas en tiempos donde teníamos que hablar en voz baja, o a veces no hablar. Y además tiene el mérito de que los que mandaban o eran militares, falangistas, o gente muy afín al sistema. -Vamos, que decir esto, en aquel entonces, era ser un poco futurista-. Aunque hay excepciones que confirman la regla. –Seguía diciendo- Soy de los que piensan que no es bueno ni saludable eternizarse en los cargos, ni en la poltrona, y menos aún convertirse en un político profesional, en un funcionario de la política.


Pues “Buffalo Bill”, el mismo día que legalizaron el PSUC, se dio de baja del partido. Había terminado su función Y cuando alguien de los muy conocidos le preguntaba el motivo, siempre contestaba igual.”Soy electricista, y mi trabajo es reparar una máquina, cuando termino, nunca me quedo a su lado eternamente. No tendría sentido. Me voy a otra que esté estropeada”. Después de un largo abrazo, y escuchar una y otra vez como trajinaba a escondidas el Mundo Obrero de un lugar a otro, y otras mil cosas, —que casi ninguna comentaba—, me dediqué a la exposición de fotos de hace 50 años. Estamos, pues, en una época caracterizada por la fuerte inmigración a las grandes áreas industriales, como la de Barcelona, de gente procedente, sobre todo, de Galicia, Extremadura y del sur de España.

Enseguida me fijo en esta foto. Parece que resalte por encima de todas ellas.

Es indudable que la mirada estrábica, que, me atrevería incluso a calificar de despiadada, de la niña, es como un poderoso e invisible imán que me atrae inmediatamente, pero ya después de este primer impacto, si observamos con más atención la fotografía, nos daremos cuenta de que la niña no solo es la única del grupo que, en lugar de unos delicados gladiolos blancos, o de un lirio de agua, lleva en la mano un sencillísimo, y muy probablemente casero, ramito de mosquitera, sino que también es la única de todas las niñas que se nos muestra de cara. Parece, como si las otras niñas, fueran ajenas del todo a la fotografía, tal y como, por otra parte, es del todo lógico, al indudable y silencioso drama con el que ella debe hacer frente, día a día, al defecto de sus ojos hasta el punto que la imagen que presenta vestida de primera comunión puede llegar a parecer grotesca cuando, de grotesca, esta bellísima imagen no tiene nada.

Me produce una sensación, mezcla de ternura y de admiración, la decidida fuerza con que, más que coger, parece aferrarse al ramillete de mosquitera que, con toda probabilidad, en su misma casa su madre lo arregló con papel de plata, con el mismo papel de plata que la Iglesia nos lo hacía entregar para el Domund, y es que más que llevar un ramo en la mano, diría que empuña una bandera en la que cree fervorosamente, y si algo tuviera que tachar de grotesca sobre la más que ostensible mirada estrábica de esta criatura, serían las actitudes que , precisamente en esta mirada, se pueden ver reflejadas de las más o menos disimuladas burlas o de las más o menos sinceras compasiones que esa niña tiene que soportar en su día a día.

Dicen que una fotografía no se hace, sino que se encuentra. Y un viejo activista y luchador que se ha dejado la piel sin ningún interés material, ¿se encuentra o no se encuentra?

Tornaria, tornaria. Ho sento molt. Per a aquella gent que no us pugueu permetre pagar per anar al metge. perquè la sanitat pública deixarà de ser una prioritat. deixaran d'invertir i ens obligaran a copagar-la (o repagar-la, perquè ja l'hem pagat via impostos), però és comprensible: La gent que governa a partir d'avui té més que una mútua, té un metge privat de família. Quina despesa tant innecessària és per ells cobrir la salut dels pobres!

¡Volvería, volvería! Lo siento mucho. Por aquella gente que no pueda permitirse pagar por ir al médico. Porque la sanidad pública dejará de ser una prioridad. Dejarán de invertir y nos obligarán a copagarla (o repagarla, porque ya la hemos pagado vía impuestos), pero es comprensible: La gente que gobierna a partir de hoy tiene más de una mutua, tiene un médico privado de familia. ¡Qué gasto tan innecesario para ellos es cubrir la salud de los pobres!!

Texto de Josep Estruel

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